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Mundos internos en dos corregimientos

Rotinet y Villa Rosa

Llegando el ocaso sobre mi pueblo, este día, siendo un martes de febrero, el anaranjado del cielo marchita la tarde dando paso a la noche repelonera, hoy es solsticio y la luz tenue nos lo recuerda.

Hoy se me hace difícil hacer memoria de las costumbres de mi tierra. Las calles, los barrios y algunas casas de Repelón a pesar de muchas cosas han mermado su progreso. Se van los viejos y nos hemos quedado evocando tiempos idos.

Luego de haber visitado a mis amigos de Villa Rosa y Rotinet, veo que en estos dos corregimientos se mantiene la esencia de la idiosincrasia que tanto defienden sus habitantes.

En Villa Rosa se percibe que son un solo pueblo.

En Rotinet los de arriba insisten en mantener su mundo y los de abajo definen el suyo como el que mantiene la esencia del pueblo y dicen que son los que más han llevado del bulto en el transcurso del tiempo. Pero los apellidos de arriba y los de abajo perpetúan sus costumbres, y con los años se han mezclado y cada vez van en el camino de villa Rosa, el camino de ser uno solo…

En mi pueblo aún esperamos, como en el pasado, volver a ser uno sólo, más unidos, como en aquellos días, cuando alguien moría y todos iban al entierro, o como cuando alguien se casaba y asistía casi la mitad del pueblo…

Se han muerto casi todos nuestros viejos y no nos enseñaron a remar sobre la canoa en la misma dirección.

Repelón Repele la unión, pero los tercos nos empecimamos en ser uno solo. Aún quedamos un poco…

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